martes, 11 de septiembre de 2007

Navafría, Los Pueblos Negros, Riaza, y La Pedriza

Ultima semana del verano antes de que terminen las vacaciones escolares y después de pensarlo mucho y convencer a los jóvenes tripulantes (cada vez es más difícil), acordamos acercarnos a la provincia de Guadalajara para hacer una ruta por los pueblo negros y de paso la sierra de Madrid que pese a estar tan urbanizada sigue teniendo rincones asombrosos.

Salimos por la tarde y pensamos hacer noche antes de llegar a Madrid, para ello hemos elegido Garcimuñoz (Cuenca) un pueblo cerca de la autovía pero fuera del tráfico, un lugar tranquilo donde a la vera de su castillo podemos descansar toda la noche.

El castillo se encuentra en estado de ruina consolidada. Se conserva todo el recinto de los muros exteriores con troneras, pero el interior está derruido, excepto las edificaciones de los sótanos, por haber sido utilizadas durante el siglo XIX como cementerio. Las llaves para visitarlo se le pueden pedir al párroco. Nosotros no entramos.

En el año 1479 y a las murallas del castillo fue herido de muerte el poeta Jorge Manrique cuya obra principal es Coplas a la muerte de su padre.

Parece mentira todo lo que descubres cuando escarbas, un poco, en la historia de un lugar.

Al día siguiente, después de ver como se eleva el sol sobre la meseta castellana, continuamos hacia Segovia, al llegar a Madrid el TomTom nos envía hacia la M30 y nos habían recomendado la M50 Sur, pero creo que pasaremos antes “el foro” tomando la M50 Norte, enlazar con la M45, luego la M40 y al final salir a Las Rozas. No se si la elección fue la correcta pero pasamos Madrid en un momento, sin tráfico y entretenidos viendo lo que ha crecido la ciudad por el lado de Norte y Noreste.









































Nos acercamos a pasar el día en el real sitio de El Escorial, donde paseamos por sus calles y visitamos el palacio al que accedimos sin pagar entrada, porque celebraban el aniversario.

El real sitio del El Escorial fue construido desde 1562 a 1584 y en el estableció Felipe II el centro político de su imperio. Dicen que esta construido a imagen del templo de Salomón en Jerusalén.

La visita tiene un primera parte en la que se puede ver los planos, maquetas y herramientas utilizadas para construir el palacio, luego otra en la que se recorren algunas de las dependencias reales decoradas con cuadros, pintura al fresco en los techos, tapices y muebles. Desde las ventanas se puede observar los jardines del palacio y las espectaculares vistas que tiene. Durante la visita entramos en el panteón de los reyes donde descansan todos los reyes y madres de reyes desde Carlos I, la biblioteca con sus altos techos y la Galería de las Batallas donde sus paredes y techos están decorados con pinturas recreando las principales batallas de la época. Otro lugar interesante es el salón oriental donde se pueden ver unas puertas completamente decoradas con marquetería, indescriptibles, que maravillas somos capaces de crear los humanos teniendo tiempo. Terminaremos la visita recorriendo la basílica observando sus capillas, altar mayor y la sacristía, en todas ellas podemos ver sus bóvedas pintadas al fresco con representaciones religiosas (como no).

Al marcharnos y salir del aparcamiento en línea, doblé toda la dirección para salir, como hago con el coche, y como La Intrépida tiene + 7 metros me dejé el intermitente trasero en un árbol de la acera. Empezamos bien el viaje. Espero acostumbrarme a la distancia que hay desde las ruedas traseras al final del vehículo.

Abandonamos el Real Sitio y nos dirigimos al paraje de la Silla de Felipe II, un bloque granítico, situado en un alto a los pies del monte Abantos, desde donde se tiene una visión fantástica de El Escorial y donde tallado en la piedra granítica hay 3 asientos desde donde Felipe II supervisaba los adelantos en los trabajos de construcción.

En la zona, rodeados de pinos, encontramos numerosos sitios donde parar y pasar un día tranquilo y relajante, hacer senderismo o practicar BTT, justo enfrente del desvío para la silla hay una zona, al lado del campo de golf, con mesas de picnic y desde donde parte un camino que nos acerca a El Escorial.

Nosotros aparcamos allí y tenía tanta prisa por salir que no puse el freno de mano, la AC se desplazó y fue a parar contra una valla de madera que estaba a 2 metros, menos mal que no había pendiente. A partir de ese momento me acuerdo del refrán “no hay dos sin tres” y me hecho a temblar, que pasará……

En la mañana del día siguiente, y desde la vertiente segoviana de la sierra de Guadarrama, nos dirigimos a Navafría, lugar en cuyo área recreativa de El chorro y rodeados de miles de hectáreas de pino silvestre vamos a realizar la actividad de pino en pino, una mezcla de juego y descarga de adrenalina donde a través de tirolinas, puentes tibetanos, pasarelas, y demás artilugios, te vas desplazando por las alturas, de pino en pino. Sano ejercicio y satisfacción asegurada rodeados de un paraje excepcional. Finalizada la actividad podemos disfrutar de un paseo hasta El Chorro, donde por un tobogán, de unas decenas de metros, desciendo el arroyo del mismo nombre formando una cola de caballo. El resto del día lo pasamos en el área recreativa donde hay zonas de picnic, barbacoas y piscinas naturales, que tendrán agua dependiendo de las nieves habidas en invierno y las lluvias de primavera, en nuestra visita no pudimos disfrutar de ellas. En teoría cobran por acceder al área recreativa, a nosotros no nos cobraron, sí que había un control a la entrada donde te preguntaban de donde venias y tomaban la matricula del vehiculo.

A pocos kilómetros de Navafría se encuentra el pueblo de Pedraza, conjunto monumental y villa medieval amurallada en la que se encuentran numerosas casa señoriales con blasones y donde se ha efectuado una respetuosa rehabilitación de viejos edificios. La AC la tenemos que aparcar a la entrada del pueblo, no entra por el arco, fuera de las murallas y entrar caminando al mismo. No perdérselo.

Después de comer decidimos subir el puerto de Navafría y pasar a la vertiente madrileña de la sierra de Guadarrama, desde lo alto del puerto se puede ver Madrid en el horizonte y a nuestros pies el valle del Lozoya por donde corre el río del mismo nombre y que se enriquece con la aguas de los arroyos que bajan de la sierra, decir Lozoya en Madrid es hablar de la cantidad y calidad de sus aguas, de donde se surte la red de agua potable del Canal de Isabel II suministradora de agua a Madrid.

El pueblo más importante es Buitrago de Lozoya que posee un recinto amurallado con 14 torres, dentro de las murallas esta el alcázar de estilo mudéjar, realizado en ladrillo y mampostería y que fue residencia del Marques de Santillana y, ocasionalmente, de distintos reyes y reinas.











































Dejamos atrás Buitrago de Lozoya y empezamos a introducirnos por la M137 en una zona cada vez menos habitada y más salvaje, nos dirigimos a Montejo de la Sierra, uno de los últimos pueblos de la provincia de Madrid y en el que esta situado, justo en el limite con Guadalajara, el bosque de hayas más meridional de la península, paraje insólito habitado por duendes y hadas. Para acceder al parque se debe de solicitar permiso en el pueblo, en el centro de recursos de montaña, en la calle Real o llamando por teléfono con antelación. En la entrada del hayedo hay un área recreativa con robles centenarios donde podemos pasar un buen rato junto al río Jarama.

Entramos en Guadalajara y atravesamos Cardoso de la Sierra en dirección a Campillo de Ranas y entrar en la zona de los pueblo negros, llamados así por el material con el que están construidas sus casas, la pizarra. Mientras avanzamos por una carretera comarcal vamos observando el paisaje y nos damos cuenta de que estamos completamente rodeados de montes, a donde dirijas la vista lo único que ves es naturaleza en estado puro, debe de ser el paraíso de los cazadores pues solo nos cruzamos, muy de vez en cuando, coches 4x4 con el remolque para los perros.

El mapa nos señala que debemos de dar una amplia vuelta en dirección a Matallana para luego subir a Campillo de las Ranas, sin embargo nuestro “amigo” el TomTom nos informa que hay una carretera, que no aparece en el mapa, que pasando por Corralejos nos permite ahorra unos cuantos kilómetros.

Ahora si que estamos en medio de la Guadalajara profunda, kilómetros y kilómetros rodeados de monte y por carreteras de montaña, subes una y aparece otra, al final en un lugar perdido encontramos un puesto de agentes forestales que nos miran asombrados como preguntándose ¿y estos de donde salen?. Nos informan que “vamos bien”, de verdad que no habíamos bebido nada, que sigamos la carretera y pasado Corralejos encontraremos “La muralla china”, solo el nombre da “yu-yu” , donde se acaba la carretera y empieza una pista de hormigón con bastante desnivel que desciende y asciende en zig-zag a y desde un profundo barranco.

- ¿Pero crees que podremos pasar con la Intrépida? Le pregunto

- Sí, nosotros nos metemos con el camión bomba que es más grande. Me responde, tratando de transmitirme confianza.

Le echo una mirada al camión bomba y, es verdad, es dos veces la AC, pero me fijo en las ruedas, ¡las tiene gigantes!, cada rueda es como toda la cabina de la AC, con eso claro que sube y baja por donde quiera.

Se esta haciendo de noche y decidimos hacer caso al forestal y seguir hacia “La murallas china”, al llegar paramos la Intrépida en seco, impresionante, por ahí hay que bajar y luego subir por la de enfrente, ¿nos damos la vuelta?, ¿nos lanzamos al espacio? Decidimos continuar, ¿valientes o inconscientes? ¿Quién sabe? Bajando había curvas de 45º en pendiente de por lo menos 18%, teníamos que poner primera en alguna de ellas. Llegamos al final del barranco, que bonito, precioso…, un arroyo, y ahora a subir, que bueno el tener tracción trasera, en segunda y todo hacia arriba. Al llegar al final estábamos tan cansados de la tensión del paso por la muralla china que como estaba ya anocheciendo decidimos pasar la noche en lo alto del collado, no nos molesto nadie, ¿quién va a ser el atrevido? Bueno, creo que algún lobo vino a merodear y curiosear alrededor de esa cosa rara que había aparecido de repente en su monte. El lugar era para verlo, rodeado de naturaleza por todos los lados, no se veían luces de ningún caserío ni reflejo de algún pueblo, que sensación más impresionante de soledad, nos encontramos bajo una cúpula estrellada en la que puedes señalar las pocas constelaciones que te conoces, increíble, al final mereció la pena pasar “la muralla china”.

Amanece y seguimos solos, normal, nos vamos a Campillo de las Ranas es un pequeño pueblo que esta a solo 10 Km. y después de la jornada anterior la carretera nos parecía completamente recta.

El pueblo se distingue a lo lejos por la altura de torre de la iglesia construida en pizarra, nuestro primer contacto con la arquitectura negra, es curioso pasear por las calles y ver todas las casas construidas con pizarra y todas con el mismo estilo, nos acercamos a la plaza de la iglesia y del ayuntamiento, no se ve a nadie por la calle y de repente aparecen 5 niños que van al colegio, hoy empieza el curso, hablamos con el padre de uno de ellos y nos comenta que están contentos porque empieza el colegio y ¡hay 2 niños más que el año anterior!.

Le preguntamos donde podemos comprar pan y tomar un cafetito, nos informa que una vez que empieza el colegio y los residentes de verano han vuelto a la ciudad, el pan solo viene tres días por semana y que el café, hoy va a ser que no, mañana tal vez. Vivir en esta zona en pleno invierno tiene que ser duro y se nota por lo poco habitados que nos encontramos los pueblos por los que iremos pasando, los fines de semana y en verano se animan al venir los residentes en las ciudades.

En vista de lo visto consideramos oportuno proveernos de víveres, antes de internarnos por los pueblo negros, para ello tenemos que ir hacia la entrada de la ruta, Tamajón es el más cercano que tiene tienda y panadería, son solo16 km pero tardamos más de media hora, la carretera esta bastante deteriorada.






































Una vez cargada la despensa nos dirigimos a La Vereda, un lugar que nos había indicado nuestro amigo Papi2 como lugar representativo de los pueblos Negros, esta pasando el embalse de El Vado, cuando llegamos al embalse vemos que se acaba la carretera y empieza una pista forestal, ya empezamos de nuevo, avanzamos paseando a ver como esta el camino y decidiendo si nos metemos ¿o no?, la pista es ancha y esta bien mantenida, por lo tanto seguimos por ella, impresionante el paisaje, sube y baja rodeado de montañas y pinos, en algunos recodos del camino y perdido detrás nuestro y abajo vemos, lejano, el embalse de El Vado, tras 10 Km que parecieron 40 Km, y después de pasar un puente de madera que estaba a punto de caerse llegamos a La Vereda, pueblo abandonado situado en un alto y que un colectivo esta rehabilitando, ya tienen una parte importante de casas y calles, viendo las viviendas y el lugar donde esta situado comprendes que el pueblo este abandonado, te viene a la mente estas dos preguntas ¿a quien se le ocurrió poner un pueblo en este lugar? Y ¿de que podían vivir sus habitantes? La verdad es que habiendo visitado este lugar ya has visto lo mejor de la arquitectura negra, cualquier otro pueblo no te va a parecer más pintoresco ni más antiguo.

La vuelta hacia el Vado parece que se hace más corta, será cuesta abajo, pero atravesar el puente de madera sigue dando respeto.

Siguiente pueblo Majaelrayo para ello debemos de pasar nuevamente por Campillo, menos mal que al ser terreno llano la carretera esta en buenas condiciones. Es un pueblo representativo de la arquitectura negra, tiene bastantes construcciones nuevas, entre ellas la iglesia, pero siguen conservando el estilo de los pueblos negros.

Está situado en la faldas del pico Ocejón 2.000 mtrs. Desde el pueblo parte un camino que nos lleva hasta su cima, una recorrido de 15 km andando, un paseo para hacer ganas de comer.

En Majaelrayo tenemos el restaurante “Mesón el jabalí”, cuentan que se como buen cordero, el día que fuimos estaba cerrado.

En el pueblo preguntamos por la pista forestal que va a Cantalojas, otra vez con las pistas, parece que no escarmentamos, teníamos que haber comprado un 4x4 no una AC, bueno el caso es que nos informaron de la existencia de una pista de unos 25 km. que discurría por unos parajes excepcionales, estaba muy bien cuidada y nos ahorraba volver hacia atrás para dar una gran vuelta de 76 km. por estas carreteras, “casi ná”.

Siguiendo las indicaciones debemos de salir por la parte trasera del pueblo, para ello vamos a pasar entre dos casas que nos obligan a que baje CarmenALC y mire si le doy con la capuchina a los balcones, ya tenemos completo el cupo de golpes y arañazos, pasamos sin problema nos sobran 20 cm por lado, que lujo.

Encontramos la pista y la seguimos, todo lo que nos habían informado era cierto, era como una autopista, pero de tierra, rodeados todo el camino de monte y bosques de pino y abeto que tratan de cubrir la pista.

Llegando a Cantalojas hay un desvío para el parque de Tejera Negra, un hayedo de mayor extensión que el de Montejo de la Sierra, no entramos pues pensábamos verlo desde Riaza y Riofrío. En el pueblo de Cantalojas ni siquiera nos detuvimos, habíamos terminado con la ruta de los pueblos negros y los parajes agrestes y solitarios, así que tomamos la CM-110 y nos dirigimos hacia Riaza.














Entramos en la provincia de Segovia y pasamos por el desvió para Ayllón y su sierra, por esa zona se desarrolla la ruta de los pueblos rojos, sus casas están construidas con piedra caliza y adobe, coronadas con los típicos tejados de teja castellana. En otra ocasión volveremos y recorreremos la zona.

Llegamos a Riaza, por la tarde, un poco cansados, y nos acomodamos en el camping Riaza y aprovechamos para realizar las labores de carga y descarga, luego nos informaron de la existencia de una estupenda área recreativa a pocos kilómetros, en la ermita de Ntra. Sra. De Hontanares, pero ya era tarde. Disfrutamos del camping que estaba al lado del pueblo y aprovechamos para dar un manguerazo a la AC, estaba de polvo de tantas pistas que no se distinguía el color.

Riaza estaba en fiestas, el ambiente era estupendo, las calles llenas de peñas y cuadrillas, bueno creo que después de lo experimentado por la Guadalajara profunda, más de 10 personas nos parecían una multitud.

Recorriendo sus calles, y los aledaños a la plaza mayor descubres el porque Riaza fue declarada Conjunto Histórico Artístico en 1970. Desde allí podemos acercarnos, a la estación de esquí de La Pinilla o pasando Riofrío de Riaza subir al puerto de la Quesera, por donde iras disfrutando de la ascensión al mismo y como premio las increíbles vista desde arriba, por un lado Guadalajara y la zona de los pueblo negros y por el otro toda la vertiente Segoviana de la sierra de Guadarrama. A poco más de 1 km tienes la entrada al hayedo de Tejera Negra o de La Pedrosa, como lo llaman en Riaza.

Es zona de lechazo por lo tanto podemos comprarlo en la carnecería de la plaza mayor y en la panadería que esta en el otro lado de la plaza lo pueden hornear, vamos para chuparse los dedos. En los restaurantes cercanos a la iglesia también podemos probarlo sentados a la mesa, a la libre elección de cada uno



















[+ fotos]

Las vacaciones se están terminando y pasando el puerto de Somosierra con su larga, larga bajada, aprovechamos el penúltimo día acercándonos a Manzanares el Real, ver su bien conservado castillo erigido en 1475 sobre una ermita mudéjar y desde allí a la Reserva de la Biosfera y Parque Natural de La Pedriza una espectacular mole granítica en la cuenca alta del rió Manzanares.

Esta parte de la sierra madrileña esta bastante urbanizada pero todavía quedan algunos lugares en los que se puede disfrutar de un entorno natural que, aunque muy visitado los fines de semana, entre semana es una delicia, sus caminos, sus senderos, sus enormes rocas bautizadas con nombres como El Pájara, El Yelmo, Los Fantasmas, El Centinela, etc, alguna de ellas verdadero santuario de los escaladores, su río, su charca verde, en fin un lugar para pasar un día inolvidable.

La Pedriza ha dado satisfacciones a generaciones de madrileños, no en vano es el lugar más visitado de la sierra, personalmente yo he disfrutado en ella desde niño cuando íbamos con la familia y continuamos años después con los amigos, es un verdadero paraíso para los excursionistas de fin de semana, senderistas, escaladores y para todos los amantes de la naturaleza.

Al día siguiente, aunque el TomTom dice que nos acerquemos a Madrid con la Autovía de la Coruña, la A6 y lo atravesemos por la M30, sigo pensando que es más cómodo volver a la Autovía del Norte o de Burgos, la A1 y desde allí a la zona norte de Madrid y con la M40 y M50 enlazar con la Autovía del Este, la carretera de Valencia, la A3, por donde nos acercamos a Alicante recordando todos los rincones visitados y admirando la diversidad de España.

¡ qué bonito es viajar !

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